El Castro de Baroña es, sin duda, uno de los lugares mágicos de Galicia. Está bastante cerca de Santiago, en el municipio de Porto do Son. Mi pareja pasó su infancia allí y al mudarnos a Galicia, fue uno de los primeros sitios donde me llevó. El castro se encuentra en una península: los historicos lo sitúanentre los siglos I a. C. a I d. C.
El poblado está dividido por dos murallas y se conservan 20 estructuras de planta circular y oval destinadas algunas a viviendas, otras a tiendas y otras a talleres: parece que el poblado fuera autosuficiente y que el único bien que buscaban en el exterior fuese el agua ya que allí no se encontraron ni pozos ni manantiales. Se puede subir hasta la cima: la vista es preciosa y da una sensación como de haber vuelto a un estado primitivo. Hay dos senderos principales para bajar al castro: ambos son espectaculares. Hay también quien se baña, tanto en la pequeña playa del castro, como en la playa más amplia que se encuentra al lado. La verdad: yo me bañé una vez aquí... el agua está congelada. Pero parece que los gallegos están acostumbrados. Yo prefiero, como siempre, tomarme la cervecita después de la subida, en el bar-restaurante que está justo en el aparcamiento del castro ... eso de tomar cerveza a cada hora es una costumbre muy española que he abrazado casi desde el principio de mi larga estancia en esta tierra. Y muy buena costumbre, por cierto. Y si estáis hambrientos, queda cerca Portosín, donde se comen un marisco delicioso
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